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domingo, 10 de junio de 2012

Sobre el compilador de GENÉTICA Y DERECHOS HUMANOS

VICTOR PENCHASZADEH, GENETISTA, INVESTIGADOR, ACTIVISTA
“La salud también es un derecho humano”
Fue uno de los creadores del primer “índice de abuelidad” que permitió identificar a hijos de desaparecidos y del Banco de Datos Genéticos. Desde Nueva York, donde vive desde que intentaron secuestrarlo en 1975, colabora en garantizar el derecho a la salud.
Por Lila Pastoriza
“Para un profesional de la salud, asegurar que el Estado cumpla con su obligación de garantizar el derecho a este bien es un tema tan médico como saber curar una neumonía o prevenir el sarampión”, señala el doctor Víctor Penchaszadeh, reconocido genetista estrechamente vinculado a la identificación de hijos de desaparecidos, que hace 25 años debió abandonar el país. Penchaszadeh, que vive en Nueva York, pese a tanto exilio y distancia, ha logrado un vínculo fecundo con Argentina –evidente en su aporte a la creación del Banco de Datos Genéticos y al montaje del Servicio de Genética del Hospital Garrahan– lazos que hoy apuntan a la relación entre salud y derechos humanos y, más precisamente, a crear una cátedra libre en la Facultad de Medicina de la UBA que incorpore esa temática a la formación de los profesionales. Convencido de que “el derecho a la salud no es sólo un derecho sino que sus principios éticos se sustentan en la justicia y la equidad”, Penchaszadeh desgranó ante Página/12 aspectos de esta cuestión: desde la criminalización del aborto y el avance de las “prepagas” hasta la discriminación del discapacitado y los usos riesgosos de la genética humana.
“Esta temática, de gran desarrollo en los últimos años, reúne en mí al profesional médico y al activista por los derechos humanos que pasé a ser en el exilio”, sostiene Penchaszadeh. Es el hilo que enlaza al actual profesor titular de pediatría en el Albert Einstein College of Medicine de Nueva York, al director de un afamado centro estadounidense dedicado a genética comunitaria, con el consejero estudiantil de los años 60, con el pediatra que organizaba el área de genética en aquel Hospital de Niños que los contingentes juveniles soñaban “en el Sheraton Hotel”, con el médico que lidiaba en la ebullición del ‘73 para establecer “un plan de salud basado en la justicia”.


El 19 de diciembre de 1975 un comando armado intentó secuestrarlo en su consultorio de avenida Callao, a metros de Santa Fe, en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires. Luego de dos horas de golpes e interrogatorios, tres matones lo bajaron hasta la calle con una mordaza en la boca, los ojos vendados y las manos atadas atrás. “Y así y todo no pudieron llevarme. Eran las cinco de la tarde, pasaba mucha gente que parecía no ver nada... Cuando atisbé la puerta abierta del auto al que me empujaban, me resistí con todas mis fuerzas. No me pudieron meter en el coche y vaya a saber qué instrucciones tenían pero se fueron y desistieron de su intento. La gente se acercó, me sacaron la venda de los ojos. Fue un viernes: el lunes partí a Venezuela sin pisar mi casa, a la que nunca volví. Yo no estaba en partido alguno, no tenía existencia clandestina ni estructura que me apoyara. A los dos meses viajaron mi mujer y mis hijos, que tenían tres y seis años. Poco después vino el golpe y lo que pensé como una breve estancia se transformó en un largo exilio.” 


–¿Cuál fue su actividad en el exterior?
–Desarrollé dos líneas de trabajo. Una, profesional-científica en el área de la genética y la pediatría. En la otra, me transformé en un activista por los derechos humanos, primero en Venezuela y luego, desde 1982, en los Estados Unidos. Fue entonces que me vinculé con los organismos de aquí, en particular Abuelas, a las que conocí cuando Chicha Mariani y Estela Carlotto fueron a Nueva York buscando los modos en que la ciencia entonces permitía identificar lazos de parentesco y probar identidades genéticas de los chicos que eventualmente pudieran localizarse. Ahí pude aportar desde lo profesional, cuando la tecnología genética estaba muy en pañales y las identificaciones se basaban en la tecnología empleada en los transplantes para detectar compatibilidad. Con un grupo de genetistas y matemáticos de Berkeley y de Nueva York adaptamoslas formulas utilizadas para las pruebas de paternidad a la circunstancia argentina, donde había que demostrar “abuelidad”, pues los padres estaban en general desaparecidos. Hoy, con los marcadores de ADN, aunque la técnica es la misma, los análisis son muchísimo mas precisos.


–¿Cómo evolucionó su vínculo con Argentina?
–Como por una serie de razones me mantuve hasta ahora fuera del país, fui armando una modalidad de contacto que pasa por visitas frecuentes y periódicas, colaboración con los profesionales argentinos, asesoría de hospitales, proyectos... Argentina pesa en mi vida mucho más que Estados Unidos, donde trabajo y resido. Tengo distintos tipos de vínculos. Uno ha sido el desarrollado como asesor de las Abuelas. En 1984, cuando el gobierno decidió encomendar el tema técnico de la identificación de los chicos a la ciudad de Buenos Aires, vine como consultor de la Organización Mundial de la Salud. Sobre la base de nuestro informe, las autoridades armaron la estructura luego refrendada por la Ley del Banco de Datos Genéticos, que tiene asiento en el Hospital Durand y que está a cargo de los análisis de investigación genética en los casos que encomiende la justicia. Mi rol fue ayudar a dar el puntapié inicial. Los otros vínculos tiene que ver con intereses profesionales más directos ligados a la genética, la salud pública y el gran tema que se ha desarrollado los últimos años en todo el mundo, que es el de los derechos humanos en relación a la salud. Originada en la necesidad de contar con metodologías médicas para documentar violaciones graves a los derechos humanos (torturas, desapariciones), esta temática fue evolucionando hacia una concepción mas social sobre el derecho a la salud, su defensa, su aplicación a la población. Y se pasó a denunciar no sólo matanzas y torturas sino que se privara de servicios de salud a la gente o que en su prestación existieran injusticias o inequidades. 


–¿Cómo se manifiesta este tema en la sociedad?
–Estados Unidos, donde 45 millones de personas no tienen seguro de salud ni hay hospital público, es uno de los países de mayor inequidad en el acceso a la salud. En el país mas rico del mundo, los sectores sociales menos favorecidos se enferman más y se mueren antes. Esto implica toda una actividad de denuncia y de propuesta de soluciones, y en eso trabajamos desde la Asociación Americana de Salud Pública. Lo que aquí está ocurriendo con las prepagas y la privatización de los servicios sigue el modelo vigente allá, donde la atención médica esta a cargo de empresas con fines de lucro, las empresas de atención gerenciada, que sacrifican los derechos de los pacientes en favor de maximizar ganancias para los inversores. Y esto es un tema político de primera magnitud.
–¿Qué se propone hacer en Argentina?
–Con colegas de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social estamos intentando acciones para lograr mayor conciencia acerca de la relación entre derechos humanos y salud en nuestros países. Se trata de incidir desde la formación de los médicos, meternos como una especie de cuña para introducir en la Universidad el tema social de la salud. Aquí yo estoy colaborando, desde un consejo asesor, con una iniciativa surgida de profesionales argentinos de incorporar esta temática en la facultad de medicina de la Universidad de Buenos Aires a través de crear una Cátedra Libre de Derechos Humanos y Salud. Estamos haciendo jornadas para promover la temática. No se trata solo del acceso a la salud sino de la discriminación al enfermo, al discapacitado, de los derechos humanos de la población, como el de la prevención. Y en este terreno hay cuestiones de salud reproductiva muy candentes a nivel social, como el tema del aborto. Aquí, con la criminalización del aborto lo único que se consigue que la gente se muera, que las mujeres se mueran al querer interrumpir un embarazo. En América Latina aproximadamente un tercio de la mortalidadmaterna se debe a abortos mal hechos. Y esto tiene que ver con derechos humanos.


–¿Y respecto del auge de la genética?
–Junto con su gran desarrollo de los últimos años,surgieron las preocupaciones sobre posibles usos que colisionen con la vigencia de los derechos humanos. Uno es la discriminación por razones genéticas, que se puede dar en el plano laboral o en el seguro de salud a partir de alguna susceptibilidad genética demostrable a través de pruebas genéticas. Por ejemplo, de parte de los seguros privados de salud que no cubren enfermedades preexistentes (y toda enfermedad genética lo es). En Estados Unidos varias empresas han intentado hacer pruebas genéticas a su personal a fin de detectar ciertas predisposiciones y afectarlos de diversos modos. En alguno debió intervenir el gobierno para que dieran marcha atrás. Hay muchos temas riesgosos en genética: la privacidad de la información genética, el tema del lucro, al patentamiento de genes. Hoy se están detectando genes, muchos de ellos vinculados a enfermedades, y las empresas o gobiernos o laboratorios lo primero que hacen es patentarlos. Creo que no es patentable el conocimiento y que patentar genes lleva a la inequidad.

miércoles, 6 de junio de 2012

Falleció el autor de Crónicas marcianas

Murió Ray Bradbury, autor de 'Fahrenheit 451'

Entre los grandes éxitos del maestro de la ciencia ficción, que falleció el martes en Los Angeles, figuran la serie de relatos "Crónicas marcianas" y el libro de cuentos "El hombre ilustrado", además de "Fahrenheit 451", la novela de 1953 que 16 años más tarde llevó al cine Francois Truffaut. Tanto la novela como la película están consideradas un clásico.

Se granjeó la fama gracias a sus fantasías de ciencia ficción como "Farenheit 451" y "Crónicas marcianas", con las que influyó a generaciones de lectores, pero el escritor estadounidense Ray BRADBURY, que falleció el martes a los 91 años en Los Angeles, firmó más de 500 títulos en su larga carrera.
Relatos, poemas, novelas, piezas de teatro y guiones de cine y televisión. Los críticos hablaban de él como un maestro de la observación detallada y un virtuoso del idioma que siempre creaba nuevas e impensables imágenes.
Bradbury publicó su perturbadora novela "Farenheit 451" en 1953, que Francois Truffaut adaptó a la gran pantalla en 1966 con Oskar Werner y Julie Christie como protagonistas. En su obra, el autor dibuja una sociedad represiva donde los libros están prohibidos.
La historia no sólo es una fuerte crítica a los regímenes totalitarios, sino que cuestiona la indiferencia y la postura acrítica de la sociedad de consumo que hace posible una situación de ese tipo.
Bradbury relató en algún momento que la inspiración para su libro llegó al ver a una pareja paseando: a pesar de que pasaba una hermosa noche junto a su marido y su perro, la mujer seguía con sus auriculares una novela en una pequeña radio.
El título hace referencia a la temperatura con la que el papel se inflama y arde por sí mismo. Y muchos vieron en él un ataque a la persecución de comunistas bajo Joseph McCarthy. La novela fue traducida en numerosos idiomas y popularizó el nombre de su autor.
Por eso, no le hizo ninguna gracia que Michael Moore utilizara el mismo título para su premiado documental sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001 "Fahrenheit 9/11". "Michael Moore es un maldito saco de basura. Eso es lo que pienso de él. Me ha robado el título y ha cambiado las cifras sin haberme pedido permiso jamás", dijo abiertamente.
En 1997, en su visita a la Feria del Libro de Buenos Aires, un Bradbury de pelo blanco y anteojos relató cómo fueron sus primeras aproximaciones al género: "Cuando tenía ocho o nueve años comenzaron a aparecer las revistas de ciencia ficción en Estados Unidos. Yo quería vivir en las revistas, en sus edificios, quería ser parte de ese futuro".
"En 1929 llegó la Gran Depresión, y comencé a coleccionar las revistas de Buck Rogers... Los chicos se reían de mí, porque yo creía en el futuro", señaló.
En ese entonces también se refirió a los inicios de su carrera. Contó que cuando intentó que le publicaran su primer libro, recibió como respuesta: "No queremos historias cortas, porque nadie las lee, queremos una novela". De allí surgió la idea de unir varios de sus relatos en "Crónicas marcianas".
Aunque nunca recibió el codiciado premio Pulitzer, en 2007 el jurado le otorgó una mención especial por su "productiva e influyente carrera".
Tampoco se llevó un Oscar, pero fue nominado por el guión del clásico de Melville "Moby Dick" de John Huston en 1956. De todas formas recibió varios galardones, entre ellos el Emmy por el guión de "The Halloween Tree", para la cinta animada basada en el libro del mismo nombre.
Bradbury solía reunir dinero para las bibliotecas, a las que amaba: "Las bibliotecas me educaron. No creo en las escuelas y universidades". Aun a los 91 años escribía a diario, incluso durante su enfermedad. Su mujer había muerto en 2003 después de 57 años de matrimonio.
En su visita por Buenos Aires narró una anécdota: "Hace unos 20 años fui invitado a ver las primeras imágenes televisadas de Marte. Un reportero de la NBC me interrogó: 'Usted estuvo escribiendo desde siempre sobre la vida en Marte. ¨Cómo se siente ahora que han llegado allí y no hay seres vivientes?' Yo le dije: 'Tonto, tonto, hay vida en Marte, nosotros somos los marcianos'".

domingo, 3 de junio de 2012

Misterios del Universo

Ocho misterios del universo

Fenómenos como la energía oscura que estira el cosmos, la era en que se

formaron las galaxias o el calor del Sol se resisten a las explicaciones de la ciencia

Madrid  
La nebulosa Carina, un panorama de gas, polvo y estrellas, vista en infrarrojo por el telescopio VLT, en Chile. / ESO / T. PREIBSCH
¿Qué buscan los astrónomos cuando miran al cielo? Todo tipo de fenómenos y astros, por supuesto. Incluso se asoman al universo tal y como era cuando apenas habían transcurrido unos minutos desde la gran explosión del Big Bang. Han adquirido una ingente cantidad de conocimientos de notable precisión sobre cómo nacen las estrellas, cómo se distribuyen las galaxias en el cosmos, de qué está hecho este, etcétera. Pero cuantas más respuestas obtienen, más incógnitas emergen y las preguntas fundamentales, los retos más difíciles, van cambiando. Hoy aún destacan ocho profundos misterios en la astronomía, según la perspectiva de la revista científica Science. El más candente, la llamada energía oscura que está estirando el universo más de lo esperado, podría ser un misterio para siempre, aventuran los expertos. Otros, como los detalles de las explosiones estelares o los mecanismos subyacentes al intenso calor de la corona solar, quizá se descifren pronto.

» Energía oscura. Desde que hace 13.700 millones de años nació en una gran explosión, el universo se expande, como un globo que se hincha, y las galaxias se alejan unas de otras. Así seguiría hasta que, si hubiera suficiente masa, la atracción gravitatoria haría que en algún momento empezara a replegarse y acabaría de nuevo todo comprimido. Caso de no haber suficiente masa en el cosmos, la expansión no cesaría nunca. Hace 14 años, unos científicos se llevaron la gran sorpresa: la expansión del universo, en lugar de ralentizarse, se acelera. Los datos vencieron el escepticismo inicial, y hasta tal punto el descubrimiento se considera sensacional que se llevó el último Premio Nobel de Física. Se ha denominado la energía oscura, pero nadie sabe qué es lo que está actuando para producir esa aceleración de la expansión.
La mejor explicación para muchos es la constante cosmoló-gica que propuso Einstein —aunque luego la rechazara— y que sería “una propiedad del vacío que estiraría el espacio-tiempo”, analiza Science. También podría ser un nuevo tipo de fuerza, algo llamado la quinta esencia del universo. “Por último, la energía oscura podría ser una ilusión, un signo de que la comprensión que los científicos tienen encapsulada en la relatividad general no es correcta”, continúan estos expertos.

» Materia oscura fría o caliente. Según los cálculos actuales, solo el 4,6% del universo es materia común, los átomos y partículas que forman todo lo que vemos. El 72% es energía oscura, y el 23% no está mucho más claro: es la denominada materia oscura. No absorbe ni emite luz en cualquier longitud de onda que se mire, pero manifiesta su presencia por su efecto gravitatorio, sobre todo, en las galaxias. Según una teoría, la materia oscura estaría compuesta de desconocidas partículas elementales pesadas, lentas —frías— de masa entre una y mil veces la del protón. Pero las observaciones, cálculos, hipótesis y simulaciones no cuadran de todo; y otra opción es que la materia oscura sea caliente, con partículas igualmente desconocidas, pero con una masa de unas pocas millonésimas de las del protón. Para buscar respuestas hay varias iniciativas, como la observación de galaxias y las estructuras que forman. Pero también el gran acelerador LHC puede encontrar la clave, ya que tal vez encuentre, si existen, nuevas partículas que serían buenas candidatas a materia oscura.

» Los átomos perdidos. “Para describir el universo uno necesita saber qué hay en él y dónde residen sus componentes”, plantea Science. “Pero los astrónomos están lejos de completar el inventario”. No solo se resiste la energía oscura y la materia oscura. Más de la mitad de la materia bariónica, los protones y neutrones de los átomos ordinarios de las estrellas, los planetas, el gas y polvo del universo sigue pendiente de cuadrar en el balance. Los cosmólogos han calculado la densidad de los bariones en el universo primordial y, aunque el cosmos ha cambiado mucho desde entonces, la misma cantidad debería estar en el presente. Pero el recuento actual no casa: las galaxias suponen el 10% de la materia bariónica; otro 10% es el gas intergaláctico y un 30% más está en las acumulaciones de gas frío en el espacio. Los físicos sospechan que el 50% de materia bariónica que falta está en forma de un plasma caliente y difuso del medio intergaláctico.

» Explosiones estelares. Las estrellas nacen, viven y mueren. Y su destino depende de su masa. En su interior, un reactor de fusión la hace lucir y evita su colapso bajo el efecto de la gravedad. Pero el combustible, hidrógeno, se acaba. Si la estrella es, al menos, ocho veces más masiva que el Sol, cuando se apaga el reactor se hunde; se forma en el centro una compacta estrella de neutrones y las ondas de choque generadas en el proceso hacen que salgan disparadas las capas exteriores en una explosión de supernova, que puede brillar más que la galaxia que la aloja. Si la estrella es aún más masiva se formará al final un agujero negro. Otra posibilidad es que dos estrellas estén orbitando una en torno a otra y una atraiga materia de la vecina hasta que colapsa y genera una brillante explosión. Pero sobre estos procesos hay muchas incógnitas: ¿cuánta materia debe robar una a otra en el último caso? ¿Cuánto tarda el proceso? ¿Cómo se forma un agujero negro?

» Primeras estrellas y galaxias. Tras el Big Bang, el universo empezó a expandirse y a enfriarse. Hace unos 400.000 años, los protones y electrones se habían enfriado suficiente como para formar átomos de hidrógeno neutro, y los fotones, las partículas de luz, pudieron empezar a viajar libremente. El universo se hizo transparente. Pero cientos de millones de años después, algo arrancó de nuevo los electrones de los átomos y la mayor parte de la materia del universo se convirtió en el plasma ionizado que permanece hasta hoy. ¿A qué se debió? Los telescopios son capaces de ver el universo en su infancia, cuando tenía 400.000 años. Pero entre esa transparencia y las galaxias formadas hubo un periodo oscuro, en el que tuvo lugar la ionización, inaccesible por ahora a nuestros observatorios. Fue en esa era oscura cuando se originaron las primeras estrellas y galaxias.
» Rayos cósmicos superenergéticos. Los rayos cósmicos son partículas eléctricamente cargadas —protones, electrones y núcleos atómicos de hidrógeno o helio— que bombardean constantemente la Tierra procedentes del espacio. Son de diversa energía y se generan, por ejemplo, en el Sol o en objetos de nuestra galaxia. Pero también pueden surgir en el entorno de agujeros negros o en las explosiones de rayos gamma. El origen de los más potentes, con energías hasta 100 millones de veces superiores a las partículas que circulan en los aceleradores de vanguardia, son un enigma.

» El extraño sistema solar. Desde que se descubrió el primer planeta extrasolar, hace 17 años, se han detectado más de 700. Los hay de todo tipo: grandes, pequeños, rocosos, gaseosos, fríos, incluso en órbita de dos astros. Pero la diversidad y la incógnita esta también en casa: los astrónomos no acaban de explicarse muchas cosas de los ocho planetas que giran alrededor del Sol. Mercurio, Venus, la Tierra y Marte son rocosos con núcleos metálicos, pero distintos. Basta ver la habitabilidad de la Tierra y el infierno de atmósfera densa de Venus o el desierto Marte. Júpiter Saturno, Urano y Neptuno tienen sus características. Los científicos tienen explicaciones para muchas diferencias, como la distancia al Sol o su formación y primera evolución, pero faltan importantes detalles.

» El ardiente Sol. De nuestra estrella se sabe mucho, pero no todo. La atmósfera del astro, la corona, alcanza temperaturas que van desde los 500.000 grados centígrados hasta seis millones de grados. Se comprende básicamente cómo se calienta esa corona y, sin duda, hay mucha energía en el interior del Sol que emerge a la superficie por los campos magnéticos. Pero sobre el mecanismo de transporte de calor hacia el exterior, no hay acuerdo entre los expertos. Aunque se observa la estrella con telescopios en el espacio y en tierra, los físicos aún no pueden medir directamente muchas propiedades cruciales. Los nuevos observatorios en preparación pueden dar respuestas.

miércoles, 30 de mayo de 2012

MEMORIA, SINAPSIS Y EXISTENCIA DEL YO

 DIALOGO CON HAYDEE VIOLA, DIRECTORA DEL LABORATORIO DE MEMORIA, FACULTAD DE MEDICINA DE LA UBA

Memoria, sinapsis y la existencia del yo

La comunicación entre las neuronas, el traspaso de proteínas y las redes neuronales son la base de la memoria. Sin embargo, el código por el cual un recuerdo se fija o la naturaleza del yo y la conciencia siguen siendo un misterio.




Por Leonardo Moledo


–Cuénteme qué hace.
–Nosotros tratamos de entender cómo funciona la memoria. Ahora, tratamos de demostrar cómo una experiencia puede memorizarse mejor si está acompañada de otra experiencia conductual. En realidad, la memoria es una función que tiene nuestro cerebro, que consiste en aprender cosas y guardarlas.
–Guardarlas... Lo que pasa es que el input que uno recibe es gigantesco. ¿Cómo se hace para guardar semejante cosa? –Nuestro cerebro tiene que codificar de alguna manera, en algún lenguaje, las experiencias que provienen del exterior.
–¿Cuál es ese lenguaje? –La conexión de las neuronas entre sí, las sinapsis.
–¿Y sabemos cómo se traduce una experiencia en sinapsis? –Hay algunas hipótesis. Una dice que un determinado aprendizaje se guarda como una red de contactos eléctricos en nuestro cerebro, y esos contactos son específicos para el aprendizaje que uno está teniendo. Cada cosa que aprendemos es guardada por el cerebro en una red específica de contactos sinápticos entre las neuronas.
–Lo que yo no entiendo es cómo se puede guardar tanta información. Entiendo que hay un billón de sinapsis, más o menos, y aun así me parece poco. –Lo que pasa es que eso está relacionado con la atención. Por ejemplo: cuando uno está en una fiesta recibe muchísimos inputs, pero uno selecciona a cuáles les da entrada. Esos procesos que uno está adquiriendo sin prestarle atención, ¿los está adquiriendo o no? Borges decía que la memoria son las grietas que deja el olvido. Son muchísimas más las cosas que olvidamos que las que recordamos.
–La memoria es la base de la identidad del sujeto... –Sí, claro. Lo que habría que aclarar es que hay diferentes tipos de memoria, que se procesan en diferentes partes del cerebro.

–Vamos a ver cómo son esos tipos de memoria. –Podemos acordarnos de eventos o de sucesos, existen memorias que tienen que ver con el hábito, memorias espaciales. Esas memorias se procesan en diferentes áreas del cerebro. El hecho de que algún área del cerebro no funcione bien puede perjudicar algún tipo de memoria en particular.
–Claro, puede ser un caso de amnesia o la pérdida de la memoria a corto plazo. –Sí. Por ejemplo, quienes tienen pérdida de la memoria a corto plazo, posiblemente tengan algún problema en el hipocampo, que es la región de nuestro cerebro encargada de formar la memoria de nuevos sucesos o eventos. Si el hipocampo no funciona correctamente, hay problemas para formar nuevas memorias. Sin embargo, hay memorias viejas que ya están guardadas en otras regiones del cerebro y que sí se pueden evocar, porque en esa instancia el hipocampo no hace falta.
–En la formación de memoria tiene que haber un código... –Sí, del cual sabemos algo. Sabemos que hay determinadas regiones del cerebro que se tienen que encender para poder codificar un determinado aprendizaje, y dentro de esas regiones tiene que haber una red de contactos que estén actuando. Es posible también que contactos que estaban funcionales finalmente no lleguen a consolidar una memoria y que se reseteen...
–Oí decir que el sueño REM servía para desechar memorias. –Y también para consolidarlas.
–Ahora... Yo me acuerdo del alfabeto, por ejemplo. La A se guarda por medio de sinapsis. ¿Cómo es eso? ¿La A en mi memoria es una conexión de neuronas hecha de alguna manera particular? –Lo que pasa es que la A la tiene asociada a un montón de otras palabras, como por ejemplo “mamá”. Y, al mismo tiempo, la A no es sólo un sonido, sino que también se asocia a una forma particular. Entonces no sólo está guardando una sinapsis de una A, sino que se está guardando la misma información con distintas denominaciones.
–Pero, ¿cómo es ese código? ¿Es simplemente un conjunto de sinapsis de una determinada forma? –Eso no lo podemos contestar.
–Porque si tengo un número finito de neuronas, la combinación es finita también. –Claro que es finita, pero es realmente enorme la cantidad de combinaciones que se pueden hacer para unir neuronas. Las combinatorias de las sinapsis es inmensa.

–Y cuando se trabaja con animales que tienen menos neuronas... ¿Qué hacen? –Hay que, primero, optimizar qué es lo que a ese animal le conviene aprender en el medio en el que vive. Hay que enseñarle cosas que al animal le interese aprender para sobrevivir. Es fascinante: uno puede ver, por ejemplo, cómo aprende una abeja, que tiene un cerebro pequeñísimo.
–¿De cuántas neuronas? –No sé... Una lombriz, por ejemplo, tiene 250 neuronas.
–Y aun así, 250 factorial (o sea, la cantidad de combinaciones que pueden hacerse) es gigante. Me estoy dando cuenta de que yo nunca había pensado este tema en términos de factoriales sino en términos de cantidad de neuronas. Visto así, factorialmente, es inmensa la cantidad de combinaciones. –Sí. La posibilidad de unión y de sinapsis es fabulosa. Pero si usted me pregunta cómo se representa la “A” en el cerebro, tengo que contestarle con toda honestidad que no tengo ni la menor idea.
–Pero hay, seguramente, una configuración de neuronas que representa la “A”. –Posiblemente.
–Volvamos a los animales. –Bueno. Todos pueden aprender cosas: una rata, un cangrejo, una mosca. El asunto es qué enseñarles.
–¿A una mosca qué se le puede enseñar? –Por ejemplo, a asociar un olor determinado con un castigo, de modo tal que luego va a evitar ese olor. Son comportamientos asociativos básicos, pavlovianos. Así como aprendemos nosotros a no meter la mano en el enchufe porque nos da una descarga eléctrica, lo pueden aprender las ratas.

–¿Y con eso qué averiguan? –Muchas cosas. Le cuento lo que estamos haciendo ahora. Para que una memoria se almacene por mucho tiempo, necesita que en las neuronas se almacenen proteínas, porque “apoyan” las sinapsis. Cuando aprendemos algo, se forman los contactos sinápticos que van a almacenar ese aporte, pero si esos contactos no reciben el apoyo de proteínas sintetizadas en las neuronas, finalmente pierden eficiencia. Esa memoria, entonces, no puede estar guardada por largo tiempo, y no se consolida. De alguna manera, las proteínas “sostienen” las sinapsis. Piense que cada aprendizaje deja su marca. Lo que nosotros proponemos es que cuando los animales aprendemos algo, colocamos una suerte de banderines en los lugares donde se van a necesitar proteínas para que los contactos sinápticos resulten fuertes.
–¿Quién decide qué hay que guardar y qué no hay que guardar? –Si el aprendizaje es muy saliente y muy importante se le va a dar mayor prioridad.
–O sea que hay formas de jerarquizar. –Si el aprendizaje es muy importante, el cerebro decide que lo va a guardar.
–¿Pero quién decide que lo va a guardar? ¿Hay un “yo” que haga eso? ¿Qué es el “yo”? ¿ ¿La neurociencia le da un lugar específico al yo?¿Una persona con Alzheimer conserva su yo? –Es que la identidad del yo es el conjunto de todas las memorias que forma en su vida. Por eso cada uno es individual e independiente. Cada uno tiene su propia identidad en función de lo que experimenta, de lo que recuerda, de lo que hace. Justamente la gente que tiene Alzheimer pierde su vida, sus recuerdos.
–No sabe quién es... –Claro.

–¿Y qué parte tienen lesionada los que padecen de Alzheimer? –El hipocampo, y las cortezas calculo que también. Es una enfermedad que ataca muchas áreas distintas del cerebro.
–¿Se podría decir que una persona con Alzheimer avanzado no tiene un yo? –Yo no lo diría.
–¿Y por qué? –Porque el yo, creo, es una síntesis de muchísimas cosas; no alcanza con dañar un lugar específico para que desaparezca. Para mí el yo es algo más. Fíjese, por ejemplo, que la persona que tiene Alzheimer por ahí no se acuerda de sus seres queridos, pero sí conserva la memoria de cómo caminar.
–Y un gato... ¿sabe que él es él? –No, porque no tiene conciencia.
–¿Y usted cómo lo sabe? –Bueno, ése es el cutting edge de la ciencia en este momento: tratar de ver si los animales tienen conciencia. Y es algo muy complicado, porque uno suele ver esto desde una perspectiva antropológica (como es obvio) e interpreta comportamientos animales como si fueran humanos.
–Lo que pasa, además, es que no sabemos ni siquiera lo que es la conciencia humana. –No.

martes, 29 de mayo de 2012

Quiropraxia

La quiropraxia suma adeptos, pero advierten sobre sus riesgos

Es una técnica que asegura curar diversas afecciones mediante la correcta alineación de la columna vertebral. Fuerte en Europa y los EE UU, se expande en el país, pero recientes estudios previenen sobre sus posibles efectos nocivos.

Cansancio, estrés, fatiga y muchas de afecciones cotidianas tendrían su origen en una incorrecta alineación de la columna vertebral, el lugar donde se ubica el sistema nervioso central, que controla y coordina el resto de los otros órganos. Con esta máxima, que de modo sintético explica que el eje del cuerpo es la columna vertebral, la quiropraxia se ha convertido en una de las especialidades de la medicina alternativa de mayor crecimiento en los últimos años, no sólo en la Argentina sino también a nivel mundial.
La Asociación Quiropráctica Argentina (AQA) y la Fundación Quiropráctica Argentina (FQA) estiman que unas 3000 personas por día reciben cuidados quiroprácticos en 18 provincias argentinas, donde atienden los 150 quiroprácticos, todos con formación universitaria previa en medicina, registrados en ambas instituciones.

Precisamente en la formación parece residir buena parte del éxito o no de estos tratamientos. Un reciente estudio difundido por la cadena británica BBC señaló que abundan los “aficionados” que promueven esta práctica, con efectos nocivos (ver recuadro). De acuerdo a ese informe, “la manipulación de la columna vertebral que se lleva a cabo durante la quiropráctica puede dañar las arterias que abastecen al cerebro”, con graves consecuencias.
Diferenciándose de la medicina alopática, los quiroprácticos afirman que su paradigma es el de la prevención. “Si uno entiende que una subluxación, la condición en la cual una vértebra ha perdido su ubicación en una distancia suficiente como para generar una compresión nerviosa, afecta a un nervio determinado, afectará también a un determinado órgano o sistema. Al liberar esa presión, este funcionará en mejor calidad. Nuestro funcionamiento depende de la máxima integración neurológica posible, y de este funcionamiento se encarga la quiropraxia, la única técnica que puede remover esa obstrucción naturalmente”, explica a Tiempo Argentino el licenciado Marcelo Barroso.
“El sistema nervioso esta formado principalmente por el cerebro, que es el centro de control del organismo, y una red de distribución formada por una médula espinal, 48 nervios principales, numerosos nervios secundarios y sus ramificaciones que van a todas partes del cuerpo. Cuando hay alguna interferencia, se produce el mal funcionamiento de un órgano, tejido o célula, lo que provoca síntomas que afectan al 90% de los seres humanos: cansancio, dolores, mareos, vértigo, enfermedades y otras afecciones”, detalla a este diario el doctor en quiropraxia Diego Mellino, graduado en la Universidad de Atlanta y fundador y director de La Clínica de la Columna.

Según los quiroprácticos, no solo las malas posturas y los impactos traumáticos repercuten directamente sobre las vértebras. También el dormir boca abajo, la mala alimentación, el consumo abusivo de medicamentos, el tabaquismo, el alcoholismo, la contaminación ambiental y el estrés emocional.  En el 80% de los seres humanos, la primera subluxación vertebral se produce en el momento del parto, por la gran presión ejercida en las cervicales. Además, destacan que una persona experimenta, desde el nacimiento hasta los cinco años, 2500 caídas en promedio, lo cual, afirman, vuelve imposible que un niño de esa edad no padezca una subluxación vertebral y necesite una corrección de su columna.
“La quiropraxia no tiene riesgos ni contraindicaciones. Todo depende de que el profesional esté capacitado para hacer un buen trabajo, como en toda profesión. La sensación posterior al ajuste es de conexión total con el organismo, mayor capacidad de respiración y gran calma”, describen Barroso y Mellino, y advierten que la quiropraxia se enseña como una carrera universitaria, principalmente en Europa y los Estados Unidos, y que tiene una duración de siete años. En la Argentina, médicos y kinesiólogos realizan posgrados.
En las antípodas se ubican informes como el de la BBC. Sin embargo, y pese a los cuestionamientos, la quiropraxia está muy difundida entre europeos y estadounidenses desde 1930. La primera facultad se fundó en los Estados Unidos en 1897, desde 1974 existe la Life University, en Georgia, la de mayor prestigio académico en el mundo. Actualmente hay en ese país más de 10 mil profesionales que atienden a 20 millones de pacientes por año.

“En general, los pacientes vienen por dolores que sienten en diversas zonas del cuerpo: en el cuello, migrañas, ciática, en la espalda, en la zona lumbar, por artritis... Aunque la causa del dolor está en la columna, el dolor puede sentirse en cualquier parte. También el cansancio, el bajo rendimiento físico y hasta las enfermedades respiratorias motivan la consulta; y muchos llegan cansados de depender, por ejemplo, de un medicamento para poder vivir normalmente”, refieren los doctores.
Aseguran que los ajustes quiroprácticos liberan al sistema nervioso de interferencias y que así se consigue mejorar la red de comunicación de todo el organismo: cada órgano, cada músculo, cada célula puede realizar entonces su función correctamente. Según el descubridor de la quiropraxia, doctor B. J. Palmer, “el origen de todos los problemas de salud que no sean congénitos proviene de factores externos, principalmente la incorrecta alineación de la columna vertebral”.  <

miércoles, 9 de mayo de 2012

JAMES LOVELOCK. GAIA

James Lovelock: “La Tierra ya está en plena rebeldía”

El creador de la teoría de Gaia y una de las voces más polémicas de la ecología ha charlado con los lectores de ELPAIS.com

GALA CARRERO Madrid / 2007 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Lovelock duda “que nos queden más de diez años para encontrar respuestas que nos ayuden a salvar nuestro planeta”. A la pregunta de Fariza acerca de su obra "Homenaje a Gaia," el inglés ha respondido: “Hacia el final de este siglo, es probable que el calentamiento global haya transformado la mayor parte de la tierra en un desierto y en un descampado. Los únicos lugares donde pueda crecer bastante comida para la supervivencia de la población serán el ártico, islas como Japón, Nueva Zelanda, las islas británicas, y las zonas costeras en general, así como los lugares más montañosos como Los Alpes, que seguirán recibiendo lluvia.”

El científico también señala la importancia de lo que los expertos llaman “el oscurecimiento global”, un problema “real y muy serio que se debe al hecho de que al quemar energías fósiles, no sólo emitimos dióxido de carbón, sino también niebla. El dióxido de carbón calienta y la niebla enfría. Si dejamos de quemar energía fósil, el dióxido de carbón se quedará en el aire durante unos cien años por lo menos, pero caerá la niebla en dos semanas. Entonces, si seguimos estamos abocados a la maldición, y si paramos también.”

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Su apoyo a la energía nuclear le ha convertido en el blanco de las críticas de muchos de sus colegas. Saturnino Barbé preguntaba al científico si tiene en cuenta las emisiones de CO2 producidas en la minería y procesamiento del Uranio, y en la construcción/demolición de las centrales nucleares y sus cementerios. Lovelock contestaba tajante: “La energía producida por un kilo de material nuclear equivale a la energía producida por un millón de kilos de carbón. Por lo tanto, las emisiones de CO2 producidas en la extracción del uranio es un millón de veces menor que aquella necesaria para extraer el carbón. La cantidad de cemento usada para construir la base de un molino de viento es 40 veces mayor que aquella usada para construir una planta nuclear entera.”
A la pregunta de Conan, ¿Cuál cree usted que será el cambio más drástico que hará que los gobiernos cambien radicalmente sus políticas medioambientales? ¿Lo hay? Lovelock daba su opinión: “Debería ser un desastre climatológico muy caro. Ya que el cambio climático está lleno de sorpresas, no puedo una respuesta más específica. Hubiera pensado que la canícula de 2003 fuera suficiente para ello, pero no parece haber sido el caso.

domingo, 6 de mayo de 2012

STEPHEN HAWKING

Retrato de un científico popular

La biografía de Stephen Hawking, escrita por Kitty Ferguson, desgrana un retrato cuidado y admirativo del famoso físico inglés, esa "mente brillante" que se opuso a la adversidad
Por Ana María Vara  | 
 
 
Stephen Hawking. Su vida y obra
Por Kitty Ferguson

Trad.: Julia Alquézar y Ana Guelbenzu


Es el físico más famoso del mundo, aunque no ha ganado el Premio Nobel. ¿Todavía? Ésa es la primera pregunta. Es decir: Stephen Hawking, el cosmólogo de Cambridgecapaz de jugar con diferentes modelos de universo sin dejar su silla de ruedas, ¿ha hecho aportes a la ciencia que lo convierten en merecedor de ese premio emblemático? ¿O, a pesar de su renombre excepcional, es apenas uno entre muchos grandes físicos contemporáneos? La segunda pregunta pone en cuestión la primera: ¿importa de verdad si recibe el Nobel? No sólo en términos del reconocimiento a su trabajo; sobre todo, en función de sus otras contribuciones. Hawking hizo de la cosmología un best-seller, convirtió los agujeros negros en metáforas del habla cotidiana, volvió a poner la física en el centro de la imaginación social. También cambió el modo de pensar la discapacidad: menos como una limitación y más como una condición de vida. Todo esto, mientras hacía buena ciencia.
La biografía de Kitty Ferguson sobre el británico tiene un título honesto. Stephen Hawking. Su vida y obra promete un balance entre los aspectos personales y los profesionales, a la vez que evoca tiempos idos. Encantadores y un poco ñoños: mezcla de lavanda y naftalina. De modo que ninguna revelación sobre las acusaciones de maltrato por parte de su enfermera y segunda esposa, objeto de tanta intriga periodística... y de una investigación policial. Tampoco sobre su vida sexual, pese a que los detalles de su enfermedad ocupan buena parte del libro. Y muy poco sobre las batallas académicas que debe afrontar un científico que alcanza un lugar tan prominente. Su relato es una suerte de hagiografía laica: una "mente brillante" que lucha contra la adversidad, género más cercano a Hollywood que a la exigente tradición de la biografía anglosajona.
¿Qué tiene de especial y cuáles fueron los obstáculos que debió afrontar Hawking? Nació en 1942, plena Guerra Mundial, en Oxford, donde su madre había ido a refugiarse. "Alemania no bombardeaba Oxford o Cambridge, las dos grandes ciudades universitarias inglesas, supuestamente en respuesta a la promesa británica de no bombardear Heidelberg y Göttingen", cuenta Ferguson. Su padre, Frank, y -más significativo- su madre, Isobel, habían estudiado allí. Con el tiempo, su padre se convertiría en un reconocido especialista en enfermedades tropicales; llegó a ser jefe de la División Parasitología del Instituto Nacional de Investigación Médica.
En su casa había muchos libros y discos. De paseo por Londres, Stephen y sus cuatro hermanos se distribuían entre los museos: él prefería el de Ciencia, su hermana el de Historia Natural, mientras los más chicos acompañaban a su madre al Victoria y Alberto. Si bien no podían enviar a sus hijos a los colegios más caros, los Hawking tenían auto, un bien de lujo en la Gran Bretaña de posguerra. E Isobel conservaba amistades muy interesantes de sus años oxonienses, como la esposa del poeta RobertGraves, en cuyo refugio mallorquino pasó con sus hijos alguna temporada. A lo largo de todo el libro, Ferguson dedica varios párrafos a las características arquitectónicas de la casa familiar, "grande y siniestra, parecía salida de una pesadilla", según el testimonio del hermano menor de Stephen, aunque "daba pie para aventuras imaginativas", apunta la biógrafa. En síntesis, una familia de la burguesía ilustrada británica.
Durante su adolescencia en el colegio St. Albans, Stephen integró un grupo de amigos con el que, muy a tono con los tiempos, hizo experimentos de percepción extrasensorial -concluyeron que era un fraude- y de computación: construyeron LUCE (por Logical Uniselector Computing Engine), una computadora que podía hacer operaciones matemáticas simples. Por sugerencia de su padre, se anotó en University Collegede Oxford, donde no se dictaba matemática, su primera elección, pero sí física y química. Como su examen de ingreso fue muy destacado, no hubo que "mover los hilos necesarios" para ayudarlo a obtener una beca, aunque -revela Ferguson- su padre se había preparado para ello, considerando que las notas de Stephen en la secundaria no habían sido muy brillantes. "La arquitectura de Oxford, como la de Cambridge,es una magnífica mescolanza de todos los estilos desde la Edad Media", describe la autora, en un intento por crear ambiente. Más elocuente es su afirmación de que "el currículo de física, al menos para alguien con las capacidades de Hawking, podía capearse sin renunciar a la pose displicente" que imperaba en el campus. Sobre el final de los tres años de cursos tomó un impulso final para lograr ser admitido en Cambridge.
De pronto Hawking comenzó a experimentar síntomas peculiares: se atragantaba, se caía sin motivo, arrastraba las palabras al hablar. El diagnóstico de esclerosis lateral amiotrófica, o enfermedad de las neuronas motoras, resultó devastador. Básicamente, las neuronas que conducen los impulsos a los músculos se van destruyendo, lo que provoca inmovilidad y atrofia. Se pierde primero la marcha; luego, el movimiento de los brazos; finalmente, el habla. Al principio, pareció que la enfermedad sería fulminante: en 1963 le dieron dos años de vida. Pero luego el proceso se hizo más lento. "No morí. De hecho, aunque había nubes que amenazaban mi futuro, descubrí para mi sorpresa que en ese momento disfrutaba de la vida mucho más que antes", evoca Hawking. Se inició un período muy productivo. Y 1965 fue su annus mirabilis : ganó su primer premio, el Gravity Prize Competition, fue admitido como investigador en el Caius College de Cambridge -donde haría toda su carrera- y se casó con Jane Wilde, una estudiante de lenguas con la que tendría tres hijos.
Su carrera de cosmólogo progresó rápidamente. Su trabajo acerca de los agujeros negros (esas criaturas extrañas que pueden nacer a partir del colapso de una estrella) le fue abriendo puerta tras puerta. En 1974, con apenas 32 años, fue admitido en la Royal Society, lo que implicaba dejar su firma en el mismo libro en que Isaac Newton estampó la suya, ceremonia que pudo cumplir con bastante dificultad. Un año después, participó por primera vez en un documental de la BBC, The Key to the Universe ,tarea que se volvería costumbre. Luego llegarían la medalla Eddington (1975), la Hughesde la Royal Society (1976), la Albert Einstein (1979), su nombramiento en la cátedra lucasiana del Caius College ese mismo año -lo que, además de prestigio, le dio estabilidad laboral definitiva-, la medalla Franklin (1981), su ordenamiento como comandante del Imperio Británico (1982), la medalla de oro de la Royal AstronomicalSociety (1985), su incorporación a la Academia Pontificia de Ciencias (1986), el premio Wolf en física (1988), su nombramiento como Companion of Honour de la reina Isabel de Inglaterra (1989), hasta la Presidential Medal of Freedom otorgada por Barack Obama en 2009. Entre las estrictamente académicas, las honoríficas y las políticamente correctas, su curriculum acumula las mayores distinciones que un físico puede alcanzar en la actualidad. Salvo, como ya se dijo, el Nobel, sobre el que el propio Hawking ha especulado en libros y declaraciones periodísticas.
Ferguson -una cantante lírica destacada, que encaró una segunda carrera como escritora de ciencia- trata los aspectos técnicos en estilo de divulgación, partiendo de la mismísima descripción de un átomo, con diagrama y todo. Con respecto a la vida cotidiana, es muy detallista en cuestiones médicas, incluso el costado financiero, que no resulta trivial considerando los cuidados que requiere la discapacidad de Hawking. Pero resulta menos aguda en la descripción de la vida académica, excesivamente discreta en cuestiones afectivas y decididamente superficial en sus análisis psicológicos. Su retrato, cuidado, admirativo, será bien recibido por los fanáticos del británico. De ningún modo se trata de una biografía definitiva. En términos estrictos, no podría serlo: en enero pasado, Hawking celebró sus setenta años en el pico de su fama, con fiestas, congresos y especiales de televisión. Nada mal para quien había recibido una sentencia de muerte a los veinte.

Un ícono pop

Para poder pagar los estudios de su hija en tiempos de ajuste thatcheriano, Hawking se propuso escribir un libro de divulgación que se vendiera en los aeropuertos. Hizo un contrato con la editorial norteamericana Bantam y recibió un brillante adelanto de 250.000 dólares por su Breve historia del tiempo , en que hacía un repaso por los modelos de universo, el Big Bang y sus ideas sobre los agujeros negros.
El éxito superó todas sus previsiones: estuvo más de 200 semanas en la lista de best sellers del Sunday Times y vendió casi diez millones de ejemplares. Los críticos han observado que su retrato en silla de ruedas en la tapa puede haber tenido algún impacto.
El caso es que Hawking se ha convertido en un ícono pop: ha tenido apariciones en Los Simpsons , en Futurama , en Viaje a las estrellas (donde juega póker con Newton y Einstein ¡y les gana!). Su voz de sintetizador aparece en un tema de Pink Floyd, entre diversas menciones musicales. La más impresionante es la versión de que el Metropolitan de Nueva York encargó a Robert Lepage, Osvaldo Golijov y Alberto Manguel una ópera a partir de Breve historia... para la temporada 2015-2016.
Hace unas semanas, apareció en la sitcom Big Bang Theory , donde uno de los protagonistas, el nerd Sheldon, le acerca un trabajo sobre cosmología. Hawking lo felicita pero le señala un error aritmético. Sheldon se desvanece de la vergüenza. Acostumbrado a impresionar a sus admiradores, el británico comenta displicente: "Grandioso. Otro que se desmaya". Más clásicamente, Hawking ha participado en decenas de documentales y ha dictado conferencias por todo el mundo.
Como fenómeno mediático, mereció comentarios en publicaciones especializadas, como Public Understanding of Science y Columbia Journalism Review ..